martes, 9 de enero de 2018

¿Qué quiere decir "vida interior"?

Muchas veces oímos decir a nuestro alrededor frases que contienen las palabras "vida interior", ¿pero que significa realmente?

La vida interior, para algunos, viene a ser una especie de recetario para conseguir un mayor equilibrio de su personalidad. Para otros, vida interior significa cultivar una calidad en el pensar o en el sentir, calidad que luego se manifestará en su vida profesional o social, proporcionándoles una mayor intuición o una mayor inspiración. Para otras personas, vida interior quiere decir dirigirse a eso superior, y tratar de armonizarse con esta fuerza superior y así conseguir una paz, un amor y una fuerza de un orden superior. Sin embargo, hay personas para los que la vida interior tiene otro sentido. Estas personas tratan de conseguir ver lo que ocurre dentro, desenmarañar todos los enredos, y llegar a ser aparte de todo lo que son las ideas, condicionamientos, costumbres, influencias, cosas adquiridas, intentan llegar a la identidad última del Ser, más allá de todas las formulaciones, limitaciones y condicionamientos mentales.

Los seres humanos, a partir del primer escalón que hemos indicado, han de llegar a realizar este trabajo interior, pero deben ir haciéndolo con cierto orden. Una persona que no haya conseguido un mínimo de equilibrio y fortaleza en su personalidad no puede llegar a vivenciar un equilibrio y fortaleza en la vida espiritual o superior. Puede hacer contactos, puede tener experiencias. Pero llegar a estabilizarse, a centrarse en ese nivel superior que se llama espiritual, eso no es posible. Así pues, esos diferentes niveles, de algún modo nos comprometen a todos; estamos todos metidos en ellos. Lo que ocurre es que nosotros, en cada fase de la vida, estamos “enamorados”, por decirlo así, de algo que para nosotros tiene el máximo valor, y, en consecuencia, todo lo demás nos parece secundario.

Quien está en una fase de expansión de su vida exterior ve como más importante su capacidad de rendimiento, su eficacia, su inspiración, su sentido de la realidad exterior.
Para quien tiene la aspiración centrada en el Ser más allá de lo que son manifestaciones, más allá de lo que son ideas, todas estas vías, la religiosa, la artística, la de la actividad, o cualquiera que sea, carecerán de sentido. Esto es normal. No decimos que sea lo ideal, ni lo más correcto, desde nuestro punto de vista.

Desde nuestra infancia no se nos ha educado de un modo amplio, cada cual ha tratado de orientar su aspiración, sus inquietudes, hacia algún punto, según sus circunstancias, según sus posibilidades. Y, cuando le parece encontrar algo sólido, entonces se adhiere con tanta fuerza a ello que tiende a excluir el resto.

La “vida interior” quiere decir llegar a vivir toda la realidad de la persona, llegar a vivirla en todas las direcciones, en todo momento y en toda circunstancia. Que la vida de la persona no esté fragmentada en realidades superiores o realidades inferiores, en realidades externas y realidades internas.


Todo forma parte de la Realidad. Sólo cuando todo lo que uno haga sea expresión de la Unidad, cuando uno viva en sí mismo como conciencia de Realidad, de Ser, sólo entonces considerará que está viviendo lo que ha de vivir. A través de esa unidad personal, es cuando uno descubre la Unidad que hay en todo lo que existe. Si no hay unidad en uno como estación receptora, no puede haber unidad en lo exterior, por más que uno lo afirme y lo defienda.

Para conseguir esta Unidad, lo primero que hemos de hacer es vivir en cada momento nuestra unidad posible. A lo largo del día, uno descubre que vive cosas muy diferentes y que se vive a sí mismo de modos muy diferentes.


Debemos conseguir vivir nuestra unidad a través de cada expresión. Para que pueda vivir con nuestra unidad es preciso que en cada una de nuestras expresiones nos encontramos en todo momento libre de nuestras ataduras; que, cuando estemos hablando con una persona, nuestra mente no esté ocupada en otra cosa distinta; que, cuando estemos pensando en un problema, no estemos nuestro interior pendiente de otra cuestión. Es decir, que no haya superposición de fragmentos, sino que uno, todo uno, toda nuestra capacidad de atención, de presencia, pueda estar viviendo cada cosa. 

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