La ley del espejo afirma lo visto en otras personas
como un reflejo real de lo que tienes dentro de ti mismo; es decir si ves
cosas en alguien, los que estás observando es un reflejo de lo albergado en ti.
Su fin es el de solucionar problemas, sean graves o
simples, con grupos de personas allegadas y pertenecientes a nuestro
círculo social. Pueden ser conocidos, compañeros, familiares o amigos.
No obstante, esta ley es algo que debe realizarse desde uno
mismo.
El principio de la ley del espejo sugiere el corazón
como el origen de todas las cosas.
Allí se albergan las razones por las cuales reaccionamos de cierta
manera ante las opiniones o acciones de los demás hacia nosotros.
Un argumento bastante fuerte se presenta con un ejemplo
sencillo:
Debemos fijarnos en cómo reaccionan quienes nos rodean
con respecto a los comentarios o acciones recibidas. Surgen un montón de
sentimientos diferentes en cada persona.
Esto sugiere que la reacción es relativa a lo que yace en el
corazón de cada uno.
A través de esta ley se pueden comprender ese tipo de
cosas y, a la vez, comenzar por cambiar lo negativo a positivo.
Debemos ir paso a paso hasta reaccionar ante las situaciones
de manera más tranquila y libre de pensamientos nocivos para la mente.
Analizar el comportamiento de los demás
Las personas que encontramos en nuestro entorno conforman
una parte esencial de nuestra vida y de lo que somos como seres humano.
De ellas suelen molestarnos una infinidad de cosas, lo cual
es totalmente normal.
Maneras de actuar, reacciones, mentiras, control externo de
familiares hacia nuestra vida… Todo ese tipo de cosas son inesperadas, molestas
e incluso tortuosas.
Debemos analizarlas en ese orden de ideas, sin entrar a
reaccionar de ninguna forma.
Analizar el comportamiento propio

Las cosas positivas o negativas de la vida no se albergan
únicamente en las demás personas. Nosotros mismos también tenemos una serie de
características supremamente relevantes, que pueden agradar o molestar quienes
nos rodean.
Para analizarse a uno mismo se debe dejar salir, a flor
de piel, el exceso de honestidad, sensatez y sinceridad. Y es que la
autocrítica es una de las prácticas más recomendadas, siempre y cuando sea bien
utilizada.
Como personas el error no es ajeno a nuestro patrón de
comportamiento, pero no debe ser una excusa para justificarlo todo.
Por ello debemos estudiar cómo tratamos a quienes nos
rodean y localizar los errores en nuestro propio comportamiento.
Poner en práctica la ley del espejo
Poniendo en práctica lo mencionado anteriormente, ya
sabemos analizar a los demás y a nosotros mismos.
Ahora vamos a trascender en el camino para sacarle provecho
a la ley del espejo:
Para ello basta con elegir una sola persona. Esta debe
sernos de muy poco agrado, así el ejercicio será mucho más relevante.
Teniendo al sujeto en mente (alguien con el cual no sentimos
empatía y creemos que nos ha hecho mucho daño), elaboramos una lista con todas
las cosas positiva por las cuales le debemos agradecer.
Al terminar la leeremos en voz alta, imaginándonos que se lo
estamos diciéndo todo a esa persona.
Contactar con el sujeto
La ley del espejo sugiere reparar los lazos con quienes nos
rodean. De tal forma, nuestro corazón irá dejando de lado los pensamientos
destructivos y la empatía florecerá paulatinamente.
Una vez en frente de esa persona le mencionaremos la lista
de cosas positivas y, si es necesario, pediremos perdón.
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