sábado, 13 de mayo de 2017

PALABRAS QUE DUELEN


 “¿Quién quiere otra hamburguesa?”, preguntó Carlos en el cumple de su hija. Ella estaba festejando sus 19 y él se había ofrecido de asador. “¿Quién quiere otra hamburguesa?”, insistió. “Tú no, mi amor, que estás muy gorda”, fue la frase que disparó delante de todos sus amigos. Ella se puso roja de vergüenza, un nudo enorme le cerró la garganta y no comió más. Se levantó despacio y la soledad de su cuarto adolescente fue el mejor refugio hasta la madrugada del día siguiente. El padre murió preguntándose qué hizo mal esa noche.

Son frases que no te matan, pero te marcan para toda la vida. Frases basura. No importa cuántas horas de terapia le dediques a deshacerlas, ellas están ahí… rondando, para reaparecer sin previo aviso. Son frases que, cuando las cuentas, te parece que estás exagerando, que no pudieron ser así, que quizá las recuerdas mal. Entonces descubres la crudeza de esas palabras.

Lo bueno es que un día te sacas uno por uno todos los puñales que te clavaron en el cuerpo y en el alma, y descubres que no fueron dichas con odio, que los responsables de escupirnos tamañas frases son seres que cargan, a su vez, con otras frases. Y entonces llega el perdón. Y perdonamos. Más adelante viene la compasión. Es ahí cuando volvemos a sentirnos felices.

Tratemos de pensar antes de hablar, ya que las PALABRAS QUE DUELEN tardan muchos años en salir del corazón del otro, y hasta a veces no salen. No perdamos tiempo con los que queremos, porque perdonar lleva mucho tiempo.

PENSEMOS ANTES DE HABLAR. TRATEMOS DE NO HERIR EL CORAZÓN DE LOS QUE MAS AMAMOS.

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