Cuando caminamos entre los árboles en un parque o un bosque,
podemos llegar a sentir la energía que desprenden. Los celtas creían que cada
árbol poseía un espíritu sabio y que sus rostros podían verse en la
corteza de sus troncos y sus voces escucharse en el sonido de las hojas
moviéndose con el viento. Los árboles nos ayudan a establecer contacto con el
poder de la naturaleza, nos dan herramientas para sanarnos, relajarnos,
fortalecernos, cargarnos de energía vital y son portadores de los mensajes de
la madre Tierra.
Existen cada vez más personas que han comprobado los
beneficios de abrazar los árboles. Al revés que con las personas, que al
abrazarlas podemos notar pérdidas de energía debido a factores emocionales, con
un árbol siempre notaremos que nos carga, nunca que nos descarga.
Proponemos los siguientes ejercicios para interactuar con
ellos.
Ejercicio 1
HABLAR CON EL ESPÍRITU DEL ÁRBOL
1. Camina entre los árboles y escoge alguno que te llame la
atención.
2. Acércate a él, obsérvalo y capta su energía, no
trates de analizarlo mentalmente o de establecer un vínculo emocional.
Sólo nota su tono vibratorio…
3. Tócalo al mismo tiempo que cierras los ojos, con tu mano
izquierda. Reconoce su fuerza y su influencia en el entorno. Observa si
es un árbol solitario o un pastor de árboles que tiene influencia sobre el
colectivo. Capta si su energía es curativa, o si es protectora y amorosa, o si
es sabia, o si es imponente en todo ese territorio o de cualquier otro tipo.
Acepta esa energía sin más y pregúntate si deseas recargarte a ti mismo con esa
fuerza.
4. Establece contacto con la energía del árbol mediante tu
corazón energético. Vacía tu ruido interno, fluye en el amor y escucha al
árbol. Capta su espíritu. Preséntate con tu nombre y entra en un espacio donde
la comunicación es energética y no sonora.
Puedes pedir consejo sobre cualquier situación que
necesites, cargarte de energía, relajarte o aceptar su sabiduría.
5. Escucha la respuesta en tu corazón, da las gracias,
levántate y despídete poniendo tu mano derecha sobre su tronco.
Ejercicio 2
ABRAZA A TU ÁRBOL
1. Escoge al árbol que quieres abrazar, intentando asimilar
las diferencias energéticas que existen entre ellos.
2. Abrázalo.
3. Mientras te abrazas de su tronco, siente cómo te cargas
de energía, te sientes más saludable y te conectas con la madre Tierra.
4. Dale las gracias y despídete poniendo tu mano derecha
sobre su tronco. Desde la antigüedad ya se sabe que cada árbol alberga un
espíritu que le confiere una fuerza determinada, una energía que le da un poder
genuino y exclusivo, según a la clase que pertenezca.
En ocasiones podemos buscar la fuerza del árbol para mitigar
el dolor de una enfermedad, para superar las preocupaciones o simplemente para
conseguir alcanzar nuestro propio equilibrio.
Este intercambio energético, no afecta negativamente al
árbol, ya que éste las transmite a la Madre Tierra y ésta las transmuta completamente.
En las técnicas orientales, como el chi-kung, hay una postura que se llama
“abrazar el árbol”.
A los Cátaros les gustaban las acacias.
Los Druidas preferían la fuerza masculina del roble para
usar su sabiduría.
Los jóvenes enamorados buscaban el Tilo para confiar sus
intimidades amorosas porque representaba el vigor de Venus.
Existen diferentes clases de árboles y es un ejercicio
interesante conocer las diferentes energías que fluyen a través de ellos.
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